Para ser camionero, hay que trabajar duro, pero la paga lo vale

 

Los conductores pasan días lejos de su familia y soportan largas jornadas sobre un vehículo, pero acuerdan sueldos que duplican al de otras actividades

 

El día que su tío le enseñó a manejar un tractor en su tucumano Marcos Paz natal, el sobrino de 14 años aprendió mucho más que domeñar un volante: asimiló una forma de ganarse la vida. El tío se llamaba Miguel; el tractor era un viejo John Deere sin cabina y el sobrino es Domingo Muro, que trabaja desde hace más de dos décadas como camionero, una profesión actualmente tan bien paga como pocas.

Un chofer de zona urbana percibe en mano, en promedio, $ 4500, según la cámara del transporte de carga (Fadeeac). Sin embargo, a veces se suman otros ítems, que llevan la cifra hasta $ 6000, casi el doble del salario neto promedio en blanco en las empresas privadas ($ 3090).

Pero Muro sale a la ruta y recorre más de 10.000 kilómetros por mes, por lo que su sueldo neto llega a $ 6300 (el básico es de 2100 y el total por recibo es de 8000), dos veces y medio lo que cobra una enfermera de piso que comienza a trabajar en una clínica, si tiene título universitario.

Es la medianoche y el cielo se viene abajo en Mataderos, a cuadras de la cancha de Nueva Chicago y metros de la villa Ciudad Oculta, separada por un paredón del predio de Distribuidora Metropolitana (DM). "Ni se le ocurra ir más allá. Por ahí andan sólo los «paqueros»", advierte José Arroyo, seguridad de la empresa. Allí trabaja Muro, que hace dos horas salió de su casa, en Lanús Oeste, y tomó dos colectivos para llegar.

Sereno, aplomado y de andar cansino, el hombre, de 54 años, avisa con un ademán que está por comenzar la tarea que realiza desde hace 25 años y 3.600.000 kilómetros: conducirá un camión hasta Rosario, cargado con medicamentos y alimentos varios, y desandará ese camino con un centenar de lavarropas y secarropas.

El no vio la carga ni la tocó. De eso se encargan otros. "Yo sólo tengo que manejar y llegar con los productos en buen estado", dirá en medio del viaje, cuando la yerba del mate se ha cambiado varias veces y ya hace rato que aparecieron en el relato su mujer, Nidia Reyes, y sus hijos adolescentes, Alberto y Matías.

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Comenta que manejar y llegar es más riesgoso cuando se transportan sustancias peligrosas. En ese caso, los sueldos se encuadran entre los $ 6500 y los $ 8000 netos.

Hace dos horas que el Scania 360, modelo 2003, transita por la ruta 9, y la lluvia no da tregua. Muro estaciona en la banquina, toma el palo que tiene bajo el asiento y se baja. Con parsimonia, golpea las 22 cubiertas para controlar que tengan la presión justa. Cuando vuelve, la ropa azul y blanca que le provee DM está empapada.

"Lo más duro es estar lejos de la familia. Ahora ya no hago viajes tan largos, pero antes me quedaba hasta un mes afuera", cuenta. Cuando supera las 24 horas de viaje, cobra estada fuera de residencia, por lo que recibe $ 220 por cada día extra.

Muro no carga gasoil, porque los 1500 litros que llenan el tanque se aprovisionan en el predio de DM. Si no está de viaje, se presenta a las seis y se retira al mediodía, porque, por ley, no puede salir a la ruta con menos de 12 horas de descanso. Y la mayoría de los viajes salen a medianoche.

Cada hora, suena el celular. Desde la base controlan que todo esté bien. "Si no contesto, mandan un móvil", refiere, sin perder la calma. Nunca la pierde. El velocímetro marca 85 km/hora todo el viaje. A las 5.15, el camión llega a la planta de DM, en Rosario. "Joaca", un morocho corpulento, jura que a las 7.30 estará descargado. "Pueden dormir «tranquis»", dice, y sonríe. Muro corre las cortinas, se tira en la cama armada detrás de los asientos y se duerme, por única vez en todo el viaje.

"Joaca" no mintió. A las 7.30, el camión está vacío y listo para una nueva carga, que se hará cerca, en la planta de Frimetal, donde GAFA fabrica sus electrodomésticos. Otra vez, Muro sólo atracará el camión. Luego de pasar por la balanza, firma una planilla y estaciona.

Desde el celular prometen que todo estará listo en media hora. "Pero a veces se demora", advierte Muro. Y tiene razón. Seis horas después, el camión sigue vacío. El almuerzo, que se imaginaba en la ruta, consiste en cuatro empanadas y una gaseosa en un puesto callejero. Los $ 10 que paga salen de su bolsillo. "Los viáticos están incluidos en el recibo. Para no gastar, la mayoría nos preparamos la comida", dice. Un calentador, una olla y cubiertos le sirven de testigos.

El sindicato acordó 0,35 centavos por kilómetro recorrido y otro tanto de viáticos. Ese es el grueso del salario, que se completa con el básico, la antigüedad, el "fuera de residencia" y el control de carga. "No sé si tenemos el mejor sueldo, porque otros gremios también consiguen cosas", retruca Muro, que pasó parte de sus vacaciones pintando el cuarto que les construyó a sus hijos. "Moyano a lo que ayudó es a que tuviéramos todo en blanco", acota, en referencia a Hugo, el levantisco líder camionero. "Pero también el sindicato se lleva más del 10% del sueldo", acota.

La carga se completa cuando el sol de la tarde aprieta. A las 15, cuando lo habilitan a partir, Muro sólo ha abandonado el camión para comer. La balanza marca 28 toneladas, 7 más que el peso del camión vacío. Entre vehículo y carga, conducirá unos $ 750.000, cien veces lo que cobra.

Otra vez, la ruta 9. Otra vez, el mate. Otra vez, a ser uno de los 400.000 camiones que transitan por el país. "A las ocho llegamos", decreta Muro. Y a las ocho, el Scania está en Mataderos, luego de 20 horas fuera de "casa". Al camionero aún le faltan dos horas y dos colectivos para llegar a la suya.

(La Nación)