Moyano canjea moderación por más poder político

Paritarias responsables son parte de la estrategia del camionero para hacerse de mayor poder en el PJ. En medio, el diálogo social y las causas judiciales


La necesidad de asegurar una pauta salarial que le gane a la inflación y la apuesta por hacerse de espacios clave en la mayoría de las listas del kirchnerismo para las próximas elecciones constituyen los dos principales objetivos políticos que se autoimpuso la conducción de la CGT, en manos de Hugo Moyano, para el año que comienza.

El líder sindical es consciente de que no se trata de desafíos menores y sabe que sus pasos estarán fuertemente condicionados por la dinámica de su relación con el gobierno de Cristina Fernández, la marcha de las negociaciones por el desdibujado acuerdo social con los sectores empresarios y sus propios avatares en el terreno judicial, la cuestión que por estos días más le quita el sueño. Me soltaron la mano, martilla una y otra vez ante sus íntimos, convencido de la existencia de un motor oficial detrás de la ofensiva judicial en su contra.

En la primera línea de la CGT todavía discurren en la mejor forma de acomodarse a la nueva dinámica de poder que emergió tras la desaparición física de Néstor Kirchner. Inicialmente, los fantasmas se apoderaron de Moyano y su entorno y la reacción, casi visceral, fue la de abroquelarse y contragolpear. La amenaza velada de jaquear el diálogo tripartito se inscribió en esa estrategia.

Pero con el paso del tiempo primó un espíritu más pragmático: ya más acostumbrados a los desplantes y el distanciamiento que impone la Presidenta, la cúpula cegetista optó por una especie de condescendencia limitada, que conjuga señales de encolumnamiento con los deseos de la Casa Rosada con algunos gestos importantes de autonomía. En ese esquema destacan el sorpresivo entusiasmo sindical con la postulación porteña de Amado Boudou y la vuelta al diálogo con la Unión Industrial, a la vez que se endurece el discurso contra la inflación y el insistente reclamo de fondos para las obras sociales. Resuena el comentario de un histórico cacique sindical: Sabemos que no nos quieren, pero nos necesitan. Habrá que ver hasta dónde esa necesidad es más fuerte.

La continuidad de la apuesta gremial por el pragmatismo tendrá en la próxima discusión salarial su primera prueba de fuego. Al calor de las conversaciones por el diálogo y en la búsqueda de recomponer su imagen frente a los sectores empresarios, Moyano promete reclamos responsables y racionalidad, mientras desliza su recomendación por una pauta cercana al 22%, apenas por encima del tope que pretende el Gobierno en su afán por contener las expectativas inflacionarias en el año electoral.

En ese camino, los gremios que en 2010 cerraron acuerdos por debajo del promedio de aumentos de 28%, y argumentan haber quedado rezagados ante la suba de precios, se apuraron a negociar sumas puentes para el trimestre enero-marzo, de manera de poder firmar en abril la paritaria anual bajo el esquema moderado‘ comprometido por Moyano. Aquellos que negociaron mejor, buscaron reforzarse con las ya habituales gratificaciones de fin de año como preparativo para la próxima discusión.

Sin embargo, a nadie escapa que la estrategia salarial de 2011 tiene para Moyano y sus hombres un sentido mucho más político que gremial. No en vano tanto empeño por aclarar que el compromiso de racionalidad de los gremios estará indefectiblemente atado a un esfuerzo mayúsculo del Gobierno para contener la suba de precios. En realidad, el mensaje está mediado por un objetivo más ambicioso: la conducción sindical espera cobrarse la moderación salarial con lugares expectantes en todas las listas del kirchnerismo para los comicios de octubre.

Moyano sueña con ampliar su representación en el Congreso nacional y las legislaturas provinciales, pero sobre todo su apuesta se concentra en hacer pie con hombres propios en los parlamentos municipales del conurbano bonaerense, donde el camionero pretende dar pelea al poderoso grupo de intendentes del PJ que ha puesto en jaque su proyecto de hegemonizar la jefatura partidaria del distrito. Para exorcizar el bloqueo político de los caciques del conurbano, el jefe cegetista avanzó fuerte en los últimos meses en la consolidación de la estructura gremial de los municipales y ahora amenaza con la sanción de una ley que impone la obligatoriedad de paritarias para fijar los aumentos salariales del personal de los municipios.

También conserva algunas cartas para jugar en otros frentes. Mantiene firme el polémico proyecto de ley de redistribución de utilidades que desvela al arco empresario, mientras su hijo Pablo alista las tropas de camioneros para retomar los bloqueos y protestas ante cualquier contratiempo.

A la par exige al Gobierno que cumpla una de las últimas promesas personales de Kirchner de repartir entre las obras sociales alrededor de $ 1.000 millones acumulados en el Fondo Solidario de Redistribución y presiona ante su hoy principal interlocutor oficial, el ministro Julio de Vido, por alguna señal de la Casa Rosada que enfríe el avance de las causas judiciales por la mafia de remedios truchos que lo colocaron en el centro de la tormenta. Si bien los gestos todavía no llegan, las circunstancias imponen a la conducción sindical la necesidad de esperar los próximos meses por algún favor de Cristina. Aunque tratándose de Moyano, si la espera es larga, la posibilidad de patear el tablero es un peligro siempre latente.

Fuente: El Cronista