La situación actual como oportunidad - Carlos Musante

 
 
Los efectos de la situación global comenzarán a sentirse en la Argentina en los primeros meses del año próximo. Es la oportunidad para generar infraestructura logística y aumentar la competitividad del país.
Estamos en medio de la mayor crisis financiera mundial de los últimos 70 años, que ya comenzó a producir una baja considerable del consumo y un aumento de las defensas arancelarias y no arancelarias en cada uno de los países y las regiones entre sí. No hay dudas, entonces, de que se trata de una crisis que afectará el intercambio de bienes y servicios entre las regiones y los países y, como tal, a la industria de la logística en general.

Hoy, en nuestro país aún no se siente esta situación, pues hay un efecto de inercia en términos económicos que nos permitirá extender el volumen movilizado hasta fines del presente año. Es más, podríamos ver una disminución en algunos precios de la economía real que traerá, en lo inmediato, un efecto positivo. Los tiempos de una desaceleración en la economía recién se comenzarán a sentir hacia febrero del año próximo. Obviamente, cada sector tendrá un comportamiento diferente, pero todos sentirán la tensión de la crisis.

Ahora bien, ¿no podría ser éste un momento de oportunidad para generar infraestructura logística y obtener un efecto expansivo que le dé más competitividad al país y a sus habitantes?

La problemática de las inversiones logísticas, en especial en infraestructura, fue materia de tratamiento de la Asociación Argentina de Logística Empresaria (ARLOG) durante sus encuentros anuales de los últimos cinco años. Así, se fueron analizando algunos de los componentes principales de situación de oferta de estructura logística. A medida que la macroeconomía fue creciendo, los recursos de estructura ociosos hacia fines del 2002 fueron agotándose a tasas muy altas, versus una inversión que comenzó a operar recién a partir del 2004, pero siempre a menor tasa de crecimiento que el aumento de los flujos logísticos.

La ausencia de estas inversiones en autopistas y carreteras, ferrocarriles, puertos regionales, zonas de servicios logísticos para la región, vías fluviales y esquemas de dragados nos ha ocasionado una gran tarea para evitar el colapso y no perder el control del crecimiento de las operaciones.

¿Qué ocurriría si en estos tiempos que parecen venir nos acopláramos a las tendencias mundiales y también buscáramos encarar las inversiones en infraestructura logística que nos permitieran estar presentes en el momento en que el mundo vuelva a girar hacia posiciones más ortodoxas y nos encuentre con una red más competitiva?

Todos sabemos los beneficios de corto plazo que acarrea la creación de infraestructura y ellos residen en la capacidad de empleo que traen aparejadas estas inversiones. En un momento en el que se ingresa en un índice de menor actividad económica, ésta podría ser la oportunidad para crear empleo y al mismo tiempo obtener recursos de infraestructura que nos hagan viable el futuro.

Existen muchos proyectos en materia de vías navegables, puertos, zonas de actividades logísticas y zonas francas, aeronavegación y aeropuertos, anillos viales y ferroviarios, puentes y túneles, rutas y ferrocarriles. Para encarar estos proyectos, además de decisión política del Estado, también hace falta financiamiento.

Por ello, algunas instituciones de la logística, como ARLOG, la Cámara Empresaria de Operadores Logisticos (CEDOL) y la Federación del Autotransporte de Carga (FADEEAC) crearon lo que se denomina Consejo Nacional de Logística, representando la opinión empresaria y profesional y generando una vinculación hacia otros sectores involucrados. Para nosotros, el mensaje a reiterar es: “Sin inversiones en infraestructura logística no hay posibilidad de una estrategia de desarrollo económico sostenido”.

(*) Vicepresidente de ARLOG y director técnico de la CEDOL