Logística: una mirada hacia 2026

El nuevo año abre una etapa marcada por menor volumen global, mayor especialización operativa y rutas estratégicas.


Bianchi: Cada carga deberá contar con una vida digital completa, con monitoreo permanente y sistemas integrados de gestión.


Como un punto de inflexión figura 2026 para la logística en América Latina. Las transformaciones que comenzaron a acelerarse durante 2025, impulsadas por cambios regulatorios, tecnológicos y geopolíticos, están dando forma a un escenario con desafíos estructurales y nuevas oportunidades para importadores y exportadores de la región, según el análisis de Lucas Bianchi, CEO y fundador de Interborders.
De acuerdo con la última evaluación de la UN Conference on Trade and Development, el sistema logístico global atraviesa una etapa de crecimiento moderado, casi en meseta. El volumen del comercio marítimo se expandió apenas 0,5% en 2025, mientras que el tráfico contenerizado creció 1,4%, uno de los registros más bajos del período posterior a la pandemia. Además, las proyecciones hacia 2026 anticipan una desaceleración adicional, con impacto directo en la ocupación de capacidad y en las decisiones de inversión del sector.
Para América Latina, el informe de UNCTAD señala una situación ambivalente. Aunque las exportaciones regionales muestran crecimiento interanual, los niveles mensuales no superan picos anteriores, lo que evidencia una recuperación todavía frágil.
En ese contexto, Bianchi advierte que “no se trata de esperar un boom, sino de optimizar el uso de la capacidad, flexibilizar operaciones y mitigar riesgos ante una demanda más cauta”.

 

Indicadores
El comportamiento reciente de las importaciones argentinas también ofrece señales claras sobre las demandas que dominarán el año venidero. Entre los rubros más relevantes se destacó la importación de vehículos automotores, que representó el 6,2% del total, impulsando la necesidad de soluciones específicas para carga rodada, servicios Roll On/Roll Off, procesos de nacionalización y esquemas de distribución multimodal.
A su vez, los productos agroindustriales, como los porotos de soja, alcanzaron una participación del 3,2%, consolidando flujos que requieren almacenamiento a granel, transporte terrestre especializado y una trazabilidad documental precisa.
En paralelo, las rutas Argentina-Brasil y Argentina-Asia se perfilan como ejes centrales para operadores y clientes que demandan eficiencia, cumplimiento regulatorio y visibilidad integral de las cargas.
Otro de los ejes que marcarán el próximo año es la consolidación de la logística multimodal como estándar operativo. El crecimiento del comercio intrarregional, junto con proyectos de infraestructura como el Corredor Bioceánico en Paraguay y las mejoras en la hidrovía Paraná-Paraguay, está redefiniendo las conexiones entre el Atlántico y el Pacífico.
n ese escenario, los esquemas logísticos aislados pierden competitividad frente a modelos integrados que priorizan resiliencia, previsibilidad y reducción de la huella ambiental.
El nearshoring también dejará de ser una tendencia incipiente para convertirse en una práctica extendida. Con Estados Unidos buscando proveedores más cercanos y menos dependientes de Asia, varios países de América Latina se posicionan como nodos estratégicos dentro de la nueva arquitectura productiva global.
Para Bianchi, “la logística pasa a ser la ventaja competitiva del nearshoring”, en un contexto donde la capacidad de articular múltiples orígenes y flujos trazables resulta clave.
Finalmente, la automatización y el uso intensivo de datos en tiempo real terminarán de consolidarse como requisito operativo. De cara a 2026, cada carga deberá contar con una vida digital completa, con monitoreo permanente y sistemas integrados de gestión. En un escenario que exige más previsión que velocidad, la logística que logre adaptarse será la más integrada, flexible y capaz de anticipar riesgos.