a Buenos Aires en tachos transportados
por el ferrocarril
Por ausana Boragno
Para LA NATION
Evocar los trenes lecheros permite recordar detalles de aquella vida pasada que no debe perderse de vista para no caer en el olvido, tiempos que hoy parecen un tema de la prehistoria. Hace solo 50 arios se los podia ver junto a los de coches de pasajeros, los vagones de carga y al furgOn circulando por las vias todos los ramales ferroviarios.
En la pequeria aldea, la provision de leche se hacia con los tambos prOximos a la ciudad. Norberto Quirno tenia un despacho en la calle Victoria (actual H. Irigoyen) entre Tacuari y Buen Orden (actual B. de Irigoyen) y se abastecia de su tambo, ubicado en el pueblo de San Jose de Flores.
Desde esa epoca ya se bautizaba la leche, algunos lecheros se juntaban a orillas del rio para agregarle agua. A medida que aumentaba la poblaciOn los tambos se fueron corriendo para la camparia y ademas porque desde 1883, un Reglamento de Tambos de la Capital decia: «No podran establecerse (…) casas de vacas, yeguas, burras (…) o tambos para el expendio de leche, sin haber tenido previamente permiso del senor intendente de la Municipalidad».
El ferrocarril que se iba extendiendo por todo el territorio comenz6 a ser utilizado para el transporte de la leche y muchas estaciones empezaron siendo casillas de madera, donde se reunian los tamberos a la espera del tren para que le transportaran la leche, tales el caso de las estaciones Haedo y Francisco Alvarez, por ejemplo. El trabajo de tambo era realizado sobre todo por inmigrantes vascos esparioles y franceses que usaban sus clasicas boinas, alpargatas, chalecos y fajas. Se levantaban bien de madrugada, primero ataban las patas y la cola del animal y con un cepillo lavaban las ubres. Ayudado por un banquito de una pata atado a la cintura, se sentaba y comenzaba las tareas de ordene, el balde se iba llenan.do de espuma y leche gorda.
De los baldes se trasvasaba el fluido a los tarros limpios y ya con el ca
rro cargado y atado a los caballos de tiro, a veces ayudado por un cadenero iba directamente a las paradas o a la estacion a esperar la llegada del tren, si llegaba tarde, justo a la hora de la partida, cargaba rapid° y le decia la cantidad de tarros al empleado ferroviario que lo anotaba en la planilla. Era frecuente que antes de regresar a su casa, el tambero pasara por el boliche, generalmente frente a la estaci6n a tomar un vaso de caria
o ginebra y jugarse un partidito de truco o tin chinchon.
Los treneslecheros iban arribando a las zonal de consumo, paraban en las estaciones donde esperan los carritos lecheros. El horario de arribo era a partir de las 10 aunque a veces podian ilegar a las 17, por suceder algun accidente, descarrilamiento
o por motivos climaticos.
En la estaciOn Liniers, lado Norte, existia una importante plataforma donde estacionaban un niunero con¬siderable de carros que cargaban leche para el reparto del dia siguiente. Por la tarde, alas 4 pasaba un tren recolectando los tarros vacios, que se acomodaban en la plataforma la
do Sur y como el muelle era de espacio reducido, mas de una vez, por las trepidaciones de los trenes, se venia abajo cayendo alas vias, provocando chispas y accidentes. Luego debia armarse nuevamente la pila.
A partir de la decada del 50 se comenzo a prohibir en la Capital el transporte de leche en tarros y estos trenes lecheros dejaron de prestar servicios. Entonces los tamberos esperaban en la orilla de la ruta los camiones cisterna con refrigeraci6n, donde se volcaba la leche y luego los trasladaban a las usinas para su posterior pasteurizaciOn y embotellamiento. Los trenes lecheros quedaron como una expresion de un transporte lento que se detiene en todas las paradas. Pero en todos esos arios, estos transportes ferroviarios fueron muy utiles y necesarios.
La autora es historiadora especializada en medios de transporte. Email: susanabo