Se instaló una verdad incómoda: no hay "desacople" posible a la recesión.
La reacción en cadena del colapso financiero llegó a la economía real. El consumo se retrae en Estados Unidos y Europa. China exporta menos, ajusta su producción, limita sus importaciones agrícolas, de mineral de hierro, de petróleo. Brasil recibe el impacto. La Argentina no lo puede evitar.
Una seca sobreviene a la liquidez. Se escapan los capitales. Y el financiamiento escasea o será híper selectivo.
¿Qué pueden hacer las empresas internacionalizadas con este horizonte? ¿Puede el Gobierno echar mano a alguna política de amortiguación?
LA NACION relevó las opiniones de especialistas en comercio, en economía y en transporte internacional para intentar dimensionar este fenómeno global.
Hay oportunidades en la crisis. Pero ésta es sombría y de largo aliento.
Raúl Ochoa, docente del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación Standard Bank, deslizó que en 2009 habrá una baja en el total de las exportaciones agrícolas.
"En volumen será de entre 4 o 5 por ciento. Y en valor la merma no bajará del 10% respecto de 2008", señaló.
Un cálculo conservador de la Organización Mundial del Comercio (OMC), citado por Ochoa, habla de una caída del comercio global de entre el 5 y el 10 por ciento. "Claramente, tiene que ver con Estados Unidos y Europa. Y esto impactará fuerte en nuestra matriz agroindustrial", ponderó.
El economista Alieto Guadagni estimó que los volúmenes exportados tenderán a disminuir y que la próxima cosecha será inferior a la última debido a la sequía, los menores precios internacionales, las retenciones y los mayores costos de los agroquímicos y fertilizantes.
"También disminuirán los volúmenes exportados de petróleo y subproductos y los productos industriales, como los automóviles. Todo se vincula al enfriamiento de las tres grandes economías mundiales: Estados Unidos, la Unión Europea y Japón", indicó Guadagni.
Eduardo Fracchia, director del Area Economía del IAE Business School, dijo que el mundo está parado sobre "una crisis de confianza". Y apuntó que existe una revisión de proyectos de expansión vinculados a las commodities , cuya cotización se desplomó por la huida de las posiciones especulativas.
"En esta incertidumbre, se tomó al dólar como moneda de tendencia. Se compraron bonos del Tesoro [norteamericano] y dólares, lo que no deja de sorprender porque Estados Unidos fue el epicentro de la crisis pero muchos lo siguen pensando como bastión del capitalismo; parece que el dólar, a pesar de todo, es un refugio", reflexionó Fracchia.
Que no haya depresión
"Ya estamos en una recesión. La mejor esperanza es que 2009 sea recesivo y no depresivo, con precios a la baja y pérdida de empleos. El último ejemplo fue el Japón de la década del 90, con tasa de interés negativa, enorme déficit fiscal y deflación. Japón sólo volvió a crecer por China", explicó Ochoa.
El tema es que hoy la crisis financiera norteamericana y europea tiene su correlato en la economía real de China, cuyas exportaciones a esos mercados caerán. "China se ajustará, comprará menos materias primas agrícolas, de la construcción y petróleo, del cual es el segundo importador mundial", indicó Ochoa.
La Argentina, "ausente" del circuito internacional de crédito, no podrá impedir que su comercio exterior se vea afectado.
"El impacto se va a notar en la pérdida de líneas de crédito para la importación y la exportación", dijo Ochoa. Esto se traduce en complicaciones para la importación de bienes de capital e insumos y en las exportaciones con cartas de crédito.
El costo del crédito comercial será alto y los bancos serán mucho más selectivos. Las políticas trasnacionales bancarias harán que las filiales giren dinero a las casas matrices. Hasta que se restaure el sistema de confianza, escaseará el crédito para importaciones, lo que provocará menos actividad económica por la menor tasa de inversiones.
¿Qué hace una empresa internacionalizada en este contexto, amén de asegurarse las líneas de crédito para seguir financiándose?
"No sólo está el tema de lograr abrir cartas de crédito, sino ver qué costo tendrán, qué garantías les pedirán, y a qué plazo financiarán los proveedores", señaló Ochoa.
La exposición de una empresa exportadora será mayor a más pendiente esté de los reembolsos por IVA por parte del Estado que, no sólo no paga en tiempo y forma, sino que no devenga intereses.
La falta de crédito limita la importación de insumos y bienes de capital. Y la producción pierde así su fluidez.
"Un bien de capital complejo se produce a largo plazo y se vende a un plazo mayor aún. Las cadenas de pago se van a cortar al mínimo", indicó Diego Pérez Santisteban, director de la Cámara de Importadores y de Deloitte.
Convergencia
"Es un momento para coordinar políticas con los países vecinos. Brasil, que está más internacionalizado, va a sufrir más, pero el gobierno de Lula reaccionó rápidamente con una devaluación fuerte, que no responde a la revalorización del dólar, y lo hizo para alinearse con la región", reconoció Pérez Santisteban.
En la misma línea opinó Enrique Mantilla, de la Cámara de Exportadores: "Lula no se queda quieto. Presentó un plan para desregular las exportaciones, para facilitarlas. Es como un plan anti-ROE [en alusión a los registros oficiales para exportar carnes, granos y lácteos], como
si hubiera cerrado la Oncca", señaló.
Brasil representa el 35% de nuestras importaciones y el 25% de nuestras exportaciones.
"Si consensuamos las políticas financieras y bancarias, y mantenemos el comercio, creo que allí está la base para capear el temporal, junto con el control del gasto y una política que le devuelva la rentabilidad a las commodities , afectada por la caída de los precios internacionales", sostuvo Pérez Santisteban.
La decisión política, entonces, no es un as en la manga, pero es una buena carta: una baja en las retenciones y apoyo a la importación de tecnología e insumos cuyos precios tenderán a la baja, son algunas de las sugerencias de los especialistas consultados.
Para Mantilla hay alternativas para sortear la situación. "Hay un cambio de contexto, pero el Gobierno no cambió su texto todavía. Está a tiempo de hacerlo, aunque las commodities ya recibieron el impacto, y eso tiene su correlato fiscal", explicó.
Según el directivo, la evolución del ingreso de divisas dependerá de los sectores y su nivel de elasticidad, tanto al precio como al nivel de ingresos de quien los consuma. Y citó algunos ejemplos: el turismo brasileño en la Argentina se resentirá tras la devaluación de más del 40% del real frente a una del peso de alrededor del 6%.
"Estamos más caros. Con la desaceleración de la economía baja el consumo porque hay menos capacidad de compra de dólares y el crédito se achica. Brasil, entonces, limitará por ejemplo la compra de autos argentinos, y la industria automotriz local deberá revisar sus planes", indicó.
Hay productos inelásticos al precio pero elásticos al ingreso, como los suntuarios o sofisticados: los vinos finos destinados a países desarrollados, que reducirán su consumo, se verán igualmente afectados. En cambio, los alimentos (inelasticidad total) se seguirán exportando, pero a menor precio.
La caída en los precios debería implicar un mayor volumen de exportación; pero no es así.
Como los bancos prestan menos, fuerzan a las empresas a bajar su nivel de actividad porque es como si les quitaran el capital de trabajo.
"La Argentina venía en bicicleta en una pista, con un mundo favorable. De golpe, te sacaron de la pista y estás en una montaña. Tenés que cambiar la bicicleta", graficó Mantilla.
Metáfora al margen, habría que: mirar aquellos sectores de exportación con altas retenciones y regulaciones que encarecen sus performance comercial y mejorarles la competitividad "aflojando" en algunas restricciones o mejorando su tipo de cambio.
"Brasil reconoció una suba del costo de financiar a las empresas. Al asumirlo, pienso que va a inyectar crédito con las reservas para motivar las exportaciones. Lula las privilegia en este momento difícil", dijo.
Favorecer la exportación
Cuando no entran capitales para darle liquidez al mercado y financiar la actividad, el país pasa a depender del superávit comercial. "El presupuesto de 2009 habla de unos US$ 11.000 millones, pero la realidad es que se acerca más a unos 5000 millones", advirtió Mantilla.
Pérez Santisteban cree que en el país hay liquidez hasta ahora orientada al consumo pero que, si se vuelca inteligentemente a la producción "se puede sacar una ventaja competitiva para importar y para producir para exportar".
Una opción para hacerlo es la que propuso hace un tiempo la Cámara de Exportadores: los "sistemas de aceptación exportadora", un instrumento de corto plazo para aprovechar la liquidez en dólares (del colchón o en el exterior) mediante el cual las empresas exportadoras emiten un papel, los tenedores de dólares lo adquieran y así financian la producción exportable, al tiempo que le devuelven liquidez a los bancos.
"Las matrices que daban líneas de crédito para prefinanciar exportaciones ya no lo hacen. Este es un instrumento de transformación de capital, que capta ahorro en dólares, moviliza el capital atesorado, genera una masa de crédito para financiar exportaciones y, al mismo tiempo, ayuda a bajar la tasa de interés", resumió Mantilla.
Siguiendo con las políticas activas, el giro a la convergencia macro con Brasil es deseable para que se repita lo que pasó cuando devaluó y la Argentina persistió con la convertibilidad. "En este caso, ¿es realista el dólar a 3,19 del presupuesto 2009?", preguntó Mantilla; al cierre de esta edición, tocaba los 3,29.
Consultado sobre su impresión respecto de la respuesta que dará la región, Fracchia se sinceró: "Es deseable una coordinación, pero creo que cada país se va a jugar solo. Hay una tendencia a la devaluación de las monedas", manifestó.
El peso se había atrasado un poco respecto al dólar. Con lo que cierta depreciación "no viene mal", dijo Fracchia.
Con un ojo en la evolución de la moneda, el otro tiene que estar en la inflación. 2009 es, además, un año electoral donde la presión por el gasto público también estará latente.
Así, la mirada debe converger en la realidad. Es cruda e incómoda. Pero es la única verdad que hay.
Por Emiliano Galli
Fuente: La Nación