María Silvina Tirabassi renunció el jueves último a su cargo de jefa de la Dirección General de Aduanas (DGA).
En el boletín oficial, con esa redacción escueta típica de cuando no se quiere explicar nada de nada, daba cuenta en la disposición 282 de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) que el administrador federal Ricardo Echegaray le aceptaba la renuncia a María Silvina Tirabassei y designaba en su lugar a otra mujer: María Siomara Ayerán, aduanera de carrera también y licenciada en comercio internacional que hasta la semana pasada se desempeñaba como titular de la Dirección General de Recursos de la Seguridad Social, la otra dirección a cargo de Echegaray junto con la DGI y la DGA.
Propios y ajenos sabían que la relación entre Echegaray y Tirabassi venía de mal en peor.
Pero nadie se pone de acuerdo en los motivos.
Ambos funcionarios mantuvieron el perfil ultra bajo en lo que a su relación se refiere. Echegaray se siguió mostrando. Pero Tirabassi, que llegó a mantener un diálogo fluido con este columnista y este medio, de un día para el otro se transformó en un fantasma. No respondía llamados dejados en su secretaría privada. Y no se la podía ubicar tampoco por los representantes y voceros de prensa en la AFIP.
Tirabassi tuvo un vocero hasta principios de año, fuera del ámbito de la AFIP. Echegaray se lo quitó.
A ciegas, las explicaciones pueden sonar infantiles. Pero hasta los propios despachantes y los guardas veían rencillas por quién aparecía en la foto con los operativos de fraude marcario y narcotráfico en el puerto.
La nueva directora deberá lidiar con escáneres en mal funcionamiento, un sistema de operadores confiables todavía no masivo, y la dicotomía entre la facilitación del comercio exterior vía controles inteligentes, y el control discal exhaustivo en busca de evasores, contrabando y narcotráfico, y la actualización del Sistema María.
Redacción deNeXos
Fuente: Comercio Exterior – La Nación
27/07/2010