Detectar a tiempo cuándo un hub es necesario puede evitar pérdidas y acelerar el crecimiento, según Working Depot.
Más del 20% de los argentinos son emprendedores y, aunque se considera un acto de valentía, muchos enfrentan problemas de espacio y demoras en los envíos. En Argentina, el informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM) señala que uno de cada cuatro personas participa en alguna actividad emprendedora. Pero cuando la logística empieza a desbordar, el crecimiento deja de ser una oportunidad para transformarse en un obstáculo.
El hub logístico aparece como respuesta: un espacio diseñado para centralizar almacenamiento, armado de pedidos y despacho con procesos optimizados y personal especializado. Sin esta estructura profesional, los errores se multiplican: demoras, extravíos, inventario desordenado y reclamos que consumen tiempo y energía sin aportar valor al negocio.
“No existe una cifra exacta que marque el momento de dar el salto, pero hay indicadores claros. Superar los 10 a 15 pedidos diarios, quedarse sin espacio, diversificar demasiado el catálogo o enfrentar picos de demanda en fechas especiales son señales evidentes. También lo es comenzar a vender en varios canales al mismo tiempo”, explicó Malcom Pozzi, CEO de Working Depot.
Profesionalización
Entre las principales alertas, los especialistas destacan cinco: falta de espacio de almacenamiento, procesos de despacho desordenados, cuellos de botella que afectan la reputación, pérdida de foco al trabajar desde casa y catálogos amplios en múltiples canales sin soporte. Profesionalizar la operación mediante un hub logístico centraliza procesos, reduce errores, optimiza recursos y acorta los tiempos de entrega.
La recomendación final es no esperar al colapso. Si el espacio es insuficiente, las tareas operativas consumen más que las estratégicas o la organización se desmorona, es hora de invertir en un hub. Más que un gasto, representa eficiencia, profesionalización y la posibilidad de competir en un mercado cada vez más exigente.