Soja con palitos

Este parecía destinado a ser el año de China por varios motivos. Después de todo, el 8 es para los chinos un número de la suerte, la cifra de los buenos augurios, y 2008 probablemente quedará en el recuerdo como el año del gran despertar chino y como un período de logros históricos: de la primera caminata espacial de un astronauta chino y de los Juegos Olímpicos de Pekín, iniciados justamente a las 8 de la noche del día 8 del mes 8 de 2008, año de la rata, portadora de abundancia y oportunidades.

 

 

 

Pero el protagonismo de China no terminó allí, porque el antiguo proverbio chino según el cual en toda crisis hay una oportunidad parece reactualizarse sobre este fin de año, en medio del contagio global de las hipotecas subprime y la hecatombe bursátil. Aunque sin duda no será inmune a sus efectos inmediatos, China, con reservas de 1,9 billones de dólares y un enorme superávit, podría emerger de la crisis con una posición internacional fortalecida, una mayor cuota de influencia en los organismos de crédito con sede en Washington y su creciente mercado interno más integrado al consumo global.


"El 75 por ciento de los productos que vendemos a China son productos del complejo oleaginoso. China produce 500 millones de toneladas de granos, cinco veces más que la Argentina, pero consume 550 millones. De este total, 30 millones son de soja, ocho millones de las cuales son provistas por la Argentina, junto con otras ocho millones convertidas en aceite", detalló Fernández Taboada, quien el mes pasado participó en la Segunda Cumbre Empresarial China-América Latina, en Harbin, en el norte de China.

 

"Seguramente seguiremos exportándole estos productos, porque las necesidades de consumo de China se van a mantener en los niveles actuales", añadió. Pero más positiva aún es la diversificación que comenzó a insinuarse en el último año, con ventas de vino que se triplicaron y exportaciones crecientes de madera, lana, cuero, tubos de acero para la industria petrolera y hasta ropa de diseñadores argentinos. La impresión que trajo consigo de Harbin el director de la cámara de comercio bilateral es que "hay otros productos argentinos, además de la soja, que pueden ganar espacio en el mercado chino".

 

También así opinó Jorge Malena, para quien China, pese a la crisis, seguirá siendo un motor del crecimiento económico mundial. "El PBI chino va a crecer este año entre un 7 y un 9 por ciento, dos puntos menos de lo previsto por efecto de la crisis, y sus compras en el exterior guardarán relación con este crecimiento", dijo. En este contexto, añadió, al promover el consumo interno, las señales que ofrece China al mundo no son de crisis comercial, y "todo aquello que no consiga en Asia lo buscará en Africa o América latina".

 

Para Sergio Cesarín, investigador del Conicet y especialista en China, las economías china y de los países latinoamericanos "son complementarias en muchos sentidos, y en ese dato residen las oportunidades". Hay, dijo, inversiones en marcha y un intercambio bilateral creciente, que en 2007 ascendió a 103.000 millones de dólares. La visita que el presidente Hu Jintao hará en estos días a Costa Rica, Cuba y Perú ratifica el interés estratégico de Pekín en la región, reiterado días atrás en un documento oficial, o "libro blanco", que contiene la visión de una asociación de mutuo beneficio mediante acuerdos de libre comercio con países o bloques de países de América latina.

 

¿Implica esto un desafío a Estados Unidos y a su influencia sobre lo que considera su patio trasero? Cesarín opina que hay, en los hechos, alguna cuota de desafío en ello. "Pero China ha dejado en claro que su interés está puesto fundamentalmente en el petróleo y las materias primas".

 

Malena lo explica con otras palabras: "China no parece estar interesada en disputarle espacios de influencia a Estados Unidos: estamos en una etapa de geoeconomía más que de geoestrategia, no hay interés en exportar un modelo político".

 

Pero además China está muy atenta a la posibilidad de despertar suspicacias entre los norteamericanos, muy sensibles a cualquier señal que provenga del gigante asiático. Por eso la estrategia china de adquisición de empresas occidentales a precio de liquidación en plena crisis no consiste en comprar el total de la compañía sino sólo un porcentaje, como hizo con Morgan Stanley, Barclays y Blackstone.

 

En los próximos años las inversiones chinas en América latina -estimadas en unos 100.000 millones de dólares- se dirigirán sobre todo a los sectores que son vitales para su economía: minería, agricultura y energía, así como a la construcción de plantas de ensamblado de productos chinos como las que funcionan en Tierra del Fuego. Por eso los países en el centro del radar chino son Brasil, México y Venezuela. La Argentina, aunque recibió el status de socio cooperativo especial, ocupa un lugar secundario en esta trama de intereses. Según Fernández Taboada, los empresarios chinos opinan, en general, que en algún momento llegarán las inversiones chinas al país, pero, sin dar más razones, señalan que esto ocurrirá "cuando estén dadas las condiciones".

 

Tal como resaltó el analista Michael Shifter, vicepresidente del think tank Diálogo Interamericano, de Washington, "no es probable que la crisis actual lleve a China a modificar su política gradualista y de largo plazo en lo referente a América latina: la relación se irá profundizando con los años, sin cambios abruptos." Para lo cual la estrategia latinoamericana, si la región quiere avanzar hacia una relación más estrecha, pasa, como señaló, De la Balze, por "actuar con seriedad, ser confiables y creativos, trabajar mucho y presentarnos como un proveedor seguro".

 

Para la Argentina, en el año de la rat
a las oportunidades y la abundancia parecen más bien promesas a futuro. "Viendo las consecuencias del vendaval financiero mundial -observó Velloso- resulta previsible que los cambios que se avecinan en el Norte den lugar a un reacomodamiento, y los nuevos paradigmas generarán también cambios para los de abajo. La cuestión es cómo afrontar el desafío con inteligencia y decisión, para convertir la crisis en oportunidad".

 

Fuente La Nación