Mendoza no ha aprovechado la ventaja de disponer de dos pasos fronterizos con Chile, que la vinculan con los mejores puertos de ese país. La dirigencia política como empresaria sigue mirando con visión corta y pidiendo ayuda y protección en lugar de sacar provecho de una ventaja que no será eterna si no se potencia
Repensar el modelo productivo provincial es un reclamo que venimos haciendo en esta columna desde hace mucho tiempo. Las razones son claras. Mendoza viene perdiendo preponderancia en el aporte al Producto Bruto Interno (PBI) nacional.
Además, la falta de un proceso moderno que asegure mayor generación de riquezas se traduce en niveles cada vez mayores de marginalidad. Mendoza tiene más del 45% de su masa laboral en condiciones irregulares y los salarios de los trabajadores del sector registrado están entre los más bajos del país.
Repensar el modelo productivo implica, entre otras cosas, actualizar la visión del mundo. Aquel mundo de los 90, el occidente tradicional, está en crisis y, aunque no puede descartarse como mercado, no se debe esperar de él mucho más de lo que ha dado. Es más, el mundo occidental está mirando su expansión hacia el oriente.
Nadie duda que la economía mundial de los próximos 50 años verá su expansión en el crecimiento del área del Asia-Pacífico. La irrupción de China e India, que entre ambas juntan 1/3 de la población mundial, no es para descartar. El resurgimiento de Rusia, la consolidación de Japón y Corea y el alumbramiento de nuevos países emergentes como Malasia e incluso Vietnam, implican la necesidad de revisar los negocios mirando hacia el oeste.
En los `90, los entonces presidentes de Chile y Argentina, Patricio Alwin y Carlos Menem, firmaron un acuerdo de integración que, entre otros tópicos importantes, planteaba la apertura de 12 pasos cordilleranos. Ha sido una de las decisiones más trascendentes y menos interpretada tanto por la dirigencia política como por la dirigencia empresaria.
La historia argentina se forjó en un plano inclinado con forma de embudo hacia el puerto de Buenos Aires. El desarrollo de las regiones argentinas ha sido proporcional a las distancias que separaban a las provincias o los pueblos de puerto. Cuanto más cerca se estaba, mayor resultó el nivel de crecimiento y desarrollo.
El acuerdo binacional suponía una oportunidad histórica. La primera, que las provincias del Oeste accedieran a los puertos chilenos, muchos más cercanos de su ubicación, les permitiría mejorar sus niveles de competitividad. Pero este proceso, implicaba, entre otras cosas, la posibilidad de que el oeste argentino se independizara económicamente del este argentino y ganara mayor nivel de autonomía.
El famoso plano inclinado hacia el este podía llegar a quebrarse y mostrar niveles de autonomía económica importante. También podría equilibrarse o. en el peor de los casos, cambiar su inclinación directamente hacia el oeste. Es que el desarrollo del mundo hacia oriente terminará dirigiendo los flujos del comercio en ese sentido y ahí es donde, las facilidades para salir desde los puertos del Pacífico se transforman en estratégicas.
Las posibilidades de Mendoza
Desde la firma del tratado, solo han subsistido el paso de Jama, en el Norte, que comunica con los puerto de Antofagasta e Iquique, en Chile, al igual que el paso cardenal Samoré, al sur de Neuquén.
Pero el paso más activo ha sido el de Los Libertadores, que une Mendoza con la 5ª Región de Chile y nos comunica con los dos mayores puertos de carga, como son los de Valparaíso y Concepción. Desde Valparaíso hacia el Norte solo se puede acceder al puerto de Coquimbo, con mucha menor capacidad operativa. En general, los puertos chilenos con mejor infraestructura están desde Valparaíso hacia el sur del país.
Y Mendoza, da la casualidad, es la única provincia que tiene dos pasos cordilleranos. Al de Libertadores debe agregarse el del Pehuenche, que si bien está demorado, viene avanzando en sus trazas y podría quedar operativo en tres años más si nos e atrasan las obras.
Es decir, en tiempos en que crecen los negocios hacia la zona del Pacífico, Mendoza es la única provincia que tiene dos pasos actualmente operativos. La pregunta es ¿cómo los aprovechamos?
Si seguimos en la situación actual solo nos contentaremos con ver pasar camiones y venderles algún sándwich a los choferes y gasoil barato a sus camiones. La disponibilidad de los pasos debe servir para diseñar una estrategia productiva. Y ese diseño debe contemplar, no solo el dato físico de la vinculación sino las características de nuestro vecino.
Mendoza, como parte de la Argentina, tiene problemas de vinculación de comercio exterior. Como parte del MERCOSUR, estamos atados a los caprichos de Brasil que sigue siendo extremadamente proteccionista y no permite mayor apertura de mercados. Pero la provincia no puede hacer nada y mucho menos cuando los gobernadores no tienen ideas y son sumisos a los mandatos del gobierno nacional.
Hay que romper la inercia de los gobiernos sin ideas, sin visión estratégica y con la mirada mendicante en el gobierno nacional. Y esto debe ser objeto de un compromiso y de presión por parte de todos los sectores, tanto productivos como sindicales y organizaciones sociales.
Mendoza podría avanzar rápidamente en un sistema moderno de integración de sus empresas con sus pares chilenos. Chile ha cerrados acuerdos de libre comercio con los grandes mercados del mundo, pero no tiene la capacidad productiva para abastecer todo lo que podría con producción propia. Pero ellos, conscientes de sus limitaciones, han decidido transformarse en lo fenicios del siglo XXI. Ellos aprendieron que para hacer negocios es más importante tener clientes que tener productos.
Mendoza tiene un sector empresario industrial que ha venido avanzando –aunque aún falta mucho- en implementación de sistemas de gestión modernos. Las empresas chilenas tiene problemas para aprovechar su acuerdo con la Unión Europea porque muy pocas tiene certificación de ISO 9000 e ISO 14.000 y mucho Más complejo es integrar la cadena de proveedores dentro de las mismas normas
Nuestras empresas podrían proyectarse proveyendo a los socios chilenos de las producciones necesarias para acceder a mercados a los cuales no podemos llegar por nuestras limitaciones.
Sobre esto puede haber infinidad de variantes, pero lo importante es empezar. Durante la gestión de Julio Cobos, la ex ministra Laura Montero inicio contactos para una vinculación con China, pero es tradicional que una gestión no continúa lo de la otra y la actual gestión económica no solo no toma las ideas anteriores sino que parece no tener ideas (y si las tiene son desconocidas).
En estos días, el gobernador de San Juan, José Luis Rioja, viajó a Brasil a tratar de convencer a autoridades y empresarios de ese país de que lo apoyen financieramente para construir el paso de Aguas Negras. El paso, actualmente, funcionan vía terrestre con muchas limitaciones por la altura a la que se de
be transitar. Rioja sueña con un túnel y ha entusiasmado a sus pares de la zona de Coquimbo.
Frente a esto, nuestros actuales gobernantes muestran una peligrosa carencia de ideas. Basta darse cuenta que algunos funcionarios ni siquiera conocen programas iniciados en la gestión anterior. Si se repasan los acuerdos de integración que varios gobernadores firmaron en otros países (Gabrielli en Belho Horizonte, por ejemplo) nos daremos cuenta todos quedaron para la foto porque nadie los continuó.
Es imperdonable que todavía sigamos con el actual estado de la ruta internacional. Ya se debería haber iniciado un proceso de construir una ruta por peajes, dejando estupideces ideológicas de por medio. El problema es que para nuestros gobernantes mejor que pensar es pedir ayuda, es seguir la conducta mendicante carente de proyección y de grandeza.
Si Mendoza no empieza cambiar está condenada a la pobreza, y esta viene avanzando a paso firme gracias a los ciegos del poder.
(Fuente: Rodolfo Cavagnaro – Mendoza On Line)