Aduana de Pocitos: Un mal ejemplo

 

Demoras, condiciones de higiene deplorables y una creciente inseguridad para choferes y cargas, afectan a unos 3.500 camiones que mensualmente cruzan la frontera entre Argentina y Bolivia por el paso de Salvador Mazza y Yacuiba.

 

 

La aduana de Pocitos es un ejemplo de lo que no debe ser un paso fronterizo”, graficaron desde la Federación de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas (Fadeeac), mientras que uno de los afectados, José Dolci, titular del Transporte Internacional La Estrella, graficó: “Por allí pasa un promedio de entre 100 y 140 camiones diarios –el 90 por ciento de empresas argentinas- que no tienen un lugar adecuado para funcionar y no existen las condiciones mínimas de seguridad e higiene para los choferes”.

Dolci, quien es además miembro de la Cámara de Empresarios del Autotransporte de Córdoba (Cedac), indicó que en los últimos tiempos la cámara ha venido trabajando “codo a codo con la gente de la Aduana” de Salvador Mazza, conocida comúnmente como Pocitos, para reordenar el tráfico de camiones y agilizar el cruce.

Estamos buscando soluciones para que ese punto en particular no colapse”, afirmó Silvia Sudol, directora del Departamento Internacional de Fadeeac, desde donde se está impulsando mejoras en el piso del predio de control aduanero y la fiscalización de los camiones separadamente de micros y autos, para reducir las esperas.

Quienes conocen la zona saben en qué consisten los inconvenientes: Los pozos y el barro son tales que los vecinos de la zona denominan la zona de control aduanero como “el chiquero”. En esa situación deben operar los 3.500 camiones que cruzan a Bolivia por ese punto, el principal entre los dos países.

Consideramos imprescindible desconcentrar los camiones a otro playón, para separar esta operatoria de los ómnibus y los vehículos particulares. Hoy un camión tarda entre cuatro y cinco días para cruzar. Con los trabajos que propone la FADEEAC cruzarían en 24 horas”, aseguró Dolci.

Retornar a la Argentina, aún vacíos, también está en el orden de las 72 horas de demora. Los choferes deben esperar en la calle, porque no hay un lugar adecuado en el que tengan baños, seguridad y espacios para comer. Además, no pueden alejarse de la unidad por los reiterados robos; incluso en el caso de camiones sin carga (denominados lastres) se han robado elementos mecánicos, como baterías.

En ese paso, como si se tratase de un embudo, convergen sobre el mismo punto aduanero camiones, micros de pasajeros y vehículos particulares, ocasionando larguísimas filas al superponerse el exceso de vehículos con el escaso personal para realizar los controles.


Tránsito en crecimiento

Un dato agrava el complejo panorama. Esta situación se produce en un paso que, pese a la crisis internacional y la merma en el comercio regional, es el único que no decayó en su tráfico, sino que por el contrario creció, y cuenta con una ventaja muy favorable en viajes para las empresas argentinas.

La realidad en Salvador Mazza-Yacuiba indica que el tránsito se multiplicó por tres en los últimos cinco años, en un paso de por sí conflictivo por los vaivenes políticos en el vecino país y sus consecuentes cambios administrativos, y la infraestructura no se puso al día con esos avances. Existe desde hace años la idea de construir un nuevo paso fronterizo –incluyendo un nuevo puente-, denominado “Proyecto Yasma”, cuyo último intento quedó plasmado como proyecto de Ley en la Cámara de Diputados de la Provincia de Salta en 2004, pero su estado parlamentario caducó.

Sudol explicó que “el proyecto de máxima, que es un nuevo paso internacional y un nuevo puente, no es viable por el momento. Los pasos de frontera tienen una complejidad burocrática extra, como la que suponen las superposiciones de jurisdicciones, que dificultan la posibilidad de construir obras; de hecho, el terreno donde funcionan las operaciones aduaneras de Salvador Mazza, pertenece al ferrocarril Belgrano Cargas. Debemos buscar una solución para el presente”, para lo cual la Federación viene manteniendo reuniones con representantes de la Administración Nacional de Aduanas, que depende de la AFIP.

Agregó que del lado boliviano, en los últimos años, “se han venido haciendo esfuerzos por mejorar aspectos de infraestructura y operatividad, pero es necesario que también se haga el mismo esfuerzo del lado argentino, para lograr mayor eficiencia que redundará en un menor tiempo de cruce, no sólo para las empresas argentinas sino para todas las que utilizan ese paso fronterizo”.


Un lodazal inseguro

El proyecto para la mejora del paso fronterizo de Pocitos, del que la FADEEAC estaría dispuesta a participar, consistirá en un mejoramiento del piso del playón principal y de un predio llamado ‘Resguardo 2’, “que es de tierra y dificulta muchísimo la operatoria, porque ante la menor lluvia queda hecho un lodazal”, según describió José Dolci.< /span>

Las mejoras en Salvador Mazza, del lado argentino, permitirían reducir a apenas 24 horas, los trámites que hoy demandan entre cuatro y cinco días, y ganar en seguridad y beneficios en las condiciones laborales y sanitarias para los miles de choferes que mensualmente circulan por ese punto limítrofe.

Respecto del plan propuesto, el empresario cordobés explicó que “estos son trabajos que demandarían no más allá de un par de meses, una solución rápida que permitiría ahorrar mucho tiempo al transporte nacional”.

Dolci se quejó de que en Salvador Mazza “no hay un recinto aduanero adecuado, no existe un espacio físico para hacer el trabajo y el papeleo, no hay infraestructura, no hay sanitarios, pero sí hay demoras e inseguridad”.


Una realidad de la periferia del mundo

Salvador Mazza es la población más septentrional de Argentina y allí, los transportistas deben hacer frente no sólo a los problemas derivados del uso paso sino también a los vinculados con las características propias de una frontera de dos países de la periferia del mundo.

A diario, el paso es cruzado por miles de “bagayeros” que, amparados por el régimen de tráfico vecinal fronterizo de nuestro país que les permite hacer traslados por hasta 150 dólares, cargan sobre sus espaldas bolsas de 50 kilogramos de granos y harinas hacia Bolivia.

Algunos de estos pobladores de barrios periféricos de la ciudad de Yacuiba trasladan hasta 50 bultos diarios, cobrando menos de un peso argentino por cada uno. Según cálculos de las autoridades aduaneras de la zona, unas 300 toneladas de trigo pasan a diario, por lo que casi 30.000 dólares no pagarían tributo.

Además de esas largas filas de bagayeros y los reiterados robos, otra realidad cotidiana de Pocitos -como de toda la zona- es el dengue: a fines de marzo pasado, cuando comenzó a bajar la incidencia de la enfermedad, los nuevos casos en esa población llegaban a siete, pero a principios de ese mes habían sido más de 60 las personas afectadas.

 

Redacción Expotrade – EP