La agenda exportadora - por Enrique Mantilla

En 1994 finalizó la Ronda Uruguay que originó la Organización Mundial del Comercio (OMC) y se firmó el Protocolo de Ouro Preto que fortificó al Mercosur. Pero el contexto de 1994 se evaporó: el Mercosur se bilateralizó y la Ronda Doha de la OMC iniciada en 2001 está empantanada. El mundo asiste a un cambio estructural financiero y comercial.

Tres elementos caracterizaron la exportación entre 1994 y 2009:

  • Una especialización concentrada en productos intensivos en recursos naturales con un grado relativo de bajo procesamiento donde los complejos oleaginoso, cerealero, petrolero, petroquímico y el cobre explican el 50% de la pauta exportadora.

  • La volatilidad de los instrumentos utilizados, su clara subordinación a otras necesidades macroeconómicas y la dificultad de cumplir con normas del Mercosur y del GATT.

  • Protección para sectores industriales sensibles, sin prioridades estratégicas de especialización productiva, pero que introducen un sesgo defensivo en las negociaciones comerciales externas.

La evolución de las exportaciones se divide en los períodos 1994-1998 (14% de aumento); 1999-2001 (6,7%); 2002-2006 (16%); 2007-2008 (22,5%), y 2009, con una caída del 21%.

En 1994-1998, el impulso más importante para el crecimiento fue el Mercosur. Con la crisis asiática y la devaluación del real, en 1999 las exportaciones caen pero vuelven a crecer hasta 2001 a una tasa inferior. Caen en 2002 pero se recuperan por el efecto devaluatorio y un mercado mundial favorable. El fuerte dinamismo vuelve en 2002-2006, que salta de escala entre 2007 y 2008 por el efecto precio de las commodities .

Los desafíos que enfrenta el sector es multidimensional. Por un lado, se imponen derechos de exportación y en algunos casos clave del agribusiness se estableció un sistema de registros no adaptado a las normas del Mercosur y del GATT-94. Por el otro, el crecimiento mundial pasará por el Asia y emergentes como Brasil. Aquí queda planteado el dilema de una buena demanda de alimentos, minerales y combustibles con una fuerte competencia en bienes de alto valor agregado.

Por el otro, la ecorrestructuración implicará una fuerte demanda de inversiones en innovaciones que sean favorables al medio ambiente. Se segmentarán los mercados. Aparecerán nuevas demandas y oportunidades. El fortalecimiento financiero de las empresas es la clave para afrontar este desafío. Por último, las nuevas regulaciones del sistema financiero elevarán el costo del capital.

Por eso la elaboración de una Agenda Sistémica de Competitividad Global es una respuesta que está al nivel del desafío. El problema es que el debate, hoy, está muy concentrado en cuestiones de corto plazo.

deNeXos – 11/09/09 – MT

Fuente: La Nación