La realidad actual demanda una logística sin parches - Por Martín Sánchez Zinny

 

En los últimos tres lustros el transporte en la Argentina y en la región no se apartó de los avatares políticos y económicos de las sociedades y los mercados donde se desenvuelve.

 

 

 

Desde 1994 el Mercosur trata de hacer realidad su espíritu con vocación de facilitación y reciprocidad, que lastimosamente avanzó con más velocidad en sus normativas y en sus discursos, que en los hechos. La incipiente y tímida aparición de su Parlamento, abre una luz de esperanza sobre el cauce que pueda tomar esta importante institución que nos tiene como protagonistas fundadores y a quienes destinamos el 22,6% de nuestras exportaciones.

Una mirada retrospectiva de 15 años permite obtener conclusiones sobre los resultados de haber permitido iniciativas privadas en áreas que fueron durante décadas administradas por los Estados. Nadie puede, de buena fe, negar lo avanzado en materia de puertos, hidrovía, modernización de parque automotor de cargas y pasajeros, ciertos ramales ferroviarios de carga y estado del entramado de rutas concesionadas. La excepción puede hallarse en el sistema urbano de pasajeros del AMBA, deformado por subsidios donde se privilegió políticamente el mantenimiento de valores de pasajes únicos en el mundo, por sobre la eficiencia de los servicios.

En este tiempo se perdió presencia del modo aéreo. Una tendencia evidenciada en el crecimiento del movimiento de cargas por avión desde 2004 hasta el comienzo de la recesión, no alcanza, y nos ubica unas toneladas por debajo de Chile y sólo con una sexta parte de lo que ha transportado Brasil en 2008.

Nuestro país ha participado entusiastamente en iniciativas que apoyan la conexión interoceánica a través de su territorio. Habría que prestar más atención a los verdaderos beneficios de tales obras y la prioridad de satisfacer sus desembolsos extraordinarios.

La Argentina exporta básicamente hacia el Mercosur, la Unión Europea y los países del Nafta. Nuestros mayores volúmenes de ventas, que también equivalen a gran parte de las divisas que producen, salen por los puertos del Atlántico. Sin fundamentos serios, se ha instalado en funcionarios y la opinión pública en general, que hay que "ganar el Pacífico", como si fuese una meta de vida o muerte. Nada más lejos de la verdad. Los destinos de Asia, ese gran demandante de alimentos, a partir de Hong Kong, están más cerca de los puertos argentinos que cualquier puerto de Chile. De Hong Kong hasta Yokohama, esta ventaja queda anulada, pero por distancias de menos de 1800 millas náuticas, que para fletes de dichas magnitudes, es despreciable. No en vano Chile es el cuarto cliente en cantidad de peajes pagados al Canal de Panamá.

El mercado de alimentos balanceados argentinos ha perdido recientemente al Uruguay como cliente tradicional. El efecto de las retenciones y la falta de accesibilidad fronteriza por el cierre del puente en Gualeguaychú, contribuyó para que Paraguay tomase ese mercado, cruzando sus camiones por Concordia.

Alejar las tentaciones

La desregulación del transporte de cargas y el cese del mismo como servicio público resuelto en 1994 ha sido un acierto que debe protegerse de tentaciones que se reciclan cuando declinan los períodos de bonanza económica. Cierto ordenamiento en el transporte local, operado a partir de 2003, empezó a dar frutos, reduciendo la importante cantidad de operadores que se desenvolvían de manera informal. La profesionalización de variados actores de la cadena de abastecimientos iniciada en 2004 es otro logro que merece destacarse. Pero no alcanzan.

Nuestra región no es eficiente en términos de logística de distribución. Mientras en la UE se requieren 5 documentos para efectuar una exportación, en América Latina hacen falta 7; cuando en la UE esa exportación demora un promedio de 11 días, en nuestra región, 22; y el costo por la operación en términos de US$/contenedor para los europeos será de 811, mientras que aquí se elevará a 1067, 50.

Debemos integrar un ámbito -conducido públicamente, pero con presencia privada- que permita el debate y el aporte a una política de logística nacional, que atraviese todos los niveles de la producción, el comercio y el transporte. Mientras ello no se materialice, continuaremos colocando parches, corriendo atrás de los conflictos, sufriendo la congestión en nuestros centros urbanos y sumando costos de no calidad a nuestro comercio exterior. Mientras el resto crece y se desarrolla.

Fuente La Nación

Redacción deNexos

EP – 22/09/2009