Problemas tecnológicos impensados

La falta de chips está causando que las fábricas automotrices deban reducir su producción a nivel global.

 

Varias marcas han comenzado a buscar soluciones a este problema apoyándose en los Estados.


Debido a las peculiaridades que tuvo 2020, en especial debidas a la pandemia por Covid19 y los confinamientos y nuevas pautas de comunicación y consumo derivadas, las grandes industrias debieron salir de su rutina y superar el salto de las planificaciones con improvisaciones.
Entre las afectadas por estos cambios en la sociedad, el comercio y la industria, estuvieron también las plantas automotrices que comenzaron a sufrir las consecuencias de falta de previsión en las planificaciones lógicas del año pasado, en especial en la escasez de chips en el mercado para incorporar en los nuevos vehículos.
Luego de enfrentar a principios de 2020, la detención de la producción en varias plantas ante las cuarentenas dispuestas por los Gobiernos locales, las automotrices se encontraron con que debieron lidiar con los confinamientos de parte de su personal debidos a contagios o por encontrarse dentro de los grupos de riesgo.
A principios de 2020, con ese panorama, la industria automovilística previó una baja en las ventas de vehículos, debida a la paralización de los viajes y los confinamientos que impedían moverse libremente, en economías afectadas por la pandemia y, en consecuencia, decidieron realizar menores compras de autopartes, entre ellas las tecnológicas.

 

Los chips
Así, los compradores de las automotrices apuntaron a adquirir menos cantidad de chips para los próximos meses ya que de todas formas no iban a fabricar y vender tantos vehículos, pero la compra no cesó e incluso no disminuyó y, en algunos casos, aumentaron.
En el caso de los automóviles, eso se dio ante la preferencia de movilizarse en transporte privado y evitar posibles contagios con coronavirus en un colectivo o tren encerrado y con otras personas de las que se ignoran las rutinas de higiene. En tanto, el transporte de pasajeros no se detuvo y debió transportar a menos personas y aumentar su frecuencia y el de cargas fue esencial y no detuvo su marcha.
Pero, además, la cantidad de chips requerida por las empresas electrónicas fue mucho mayor, ya que las nuevas pautas de consumo, trabajo y relación hizo que aumentara la demanda de celulares, tablets y computadoras personales. Además, de que se fabrican muchos más electrónicos que vehículos en el mundo.
Por eso, los proveedores de chips prefieren satisfacer la demanda de las tecnológicas que, además suelen pagar más por los insumos de sus productos que lo que hacen las automotrices que vienen utilizando sistemas computarizados en el control de sus vehículos desde hace un par de décadas.
Por otro lado, los fabricantes de electrónica de consumo suelen pujar más alto por los chips que los fabricantes de automóviles, que quedan en un segundo lugar en la lista de pedidos. Ante esta realidad, varias marcas han comenzado a buscar soluciones a este problema apoyándose en los Estados más receptivos a sus demandas.